Niños huérfanos atrapados en Jartum mueren de hambre o por balas perdidas

Al menos 60 niños perecieron el último mes y medio, mientras esperan hacinados que la asistencia humanitaria internacional los salve de una muerte inminente. En las calles que circundan el orfanato de al-Mayqoma los combates son feroces. El último fin de semana, murieron 26 niños de una fiebre voraz. Las condiciones de vida están muy deterioradas en el lugar, careciendo de agua corriente, energía eléctrica e Internet, y una falta de medicamentos alarmante.

Videos tomados por trabajadores del orfanato muestran los cadáveres infantiles cubiertos con sábanas blancas, aguardando su entierro. En otra toma, doce niños en pañales se hallan sentados en una habitación, la mayoría llorando, mientras mujeres tratan de refrescarlos con cubos de agua ponzoñosa. Se puede observar también a una niñera acunando a un bebé agonizante.

La mayoría de los niños se tuvieron que ir mudando de habitación, a medida que los bombardeos derribaron los techos.

Un voluntario del orfanato Omar Mustafá, dijo: “Es una situación catastrófica. Es algo que esperamos desde el primer día de la pelea”. Luego de una pausa, lloriqueando, exclamó: “Es un espanto…”.

Campañas de líderes comunitarios convocaron a autoridades internacionales de la ONU, Unicef y la Cruz Roja a presentarse en el orfanato y asistir a los infantes en vías de extinción.

Asevera Mustafá: “Los niños deben ser evacuados, ¡y rápido! Hay que sacarlos de Jartum… Aquí no hay esperanza de vida…” argumentó el voluntario.

En la contienda entre militares y paramilitares van perdiendo los civiles, particularmente los niños. La mayoría de los muertos y heridos son de las franjas etarias  más bajas, según reportó el Sindicato de Doctores Sudanés. Ya murieron más de 1.000 en un mes y medio de guerra abierta y salvaje. Más de 2 millones se desplazaron a otras zonas del país menos belicosas o a países limítrofes con situaciones sociopolíticas y económicas de más extrema gravedad. Quienes permanecen en Jartum sobreviven milagrosamente de la escasa ayuda que llega de los organismos internacionales.

Ninguno de estos niños es deseado en los países colonizadores, quienes prefieren que se se mueran sin que se entere el gran público occidental ocupado en finales de series de Netflix.

La hermana Teresa de Jartum asevera que han adoptado medidas de protección para que las bombas o granadas no caigan en el edificio, pero varios de los sacrificados infantes fueron alcanzados por metralla y balas severas.  “Allí adentro es como una prisión. Ni siquiera nos animamos a mirar por la ventana del miedo que algo penetre en nuestra edificación. Estamos todos rodeados y ninguno de los bandos nos ayuda ni quiere llevarnos a otro lugar” –explicó la religiosa.

“No hay modo de solicitar auxilio, los niños berrean en forma insoportable cuando tienen hambre. Yo crecí aquí y me hice enfermera, a muchos de los muertos los amamanté. Imagínen cómo estoy” reflexionó una bella joven llamada Heba Abdalla. Tras aplacar su llanto con un caramelo, Abdalla concluye: “No sabemos qué va a pasar mañana, yo me quedo igual. Aún tenemos más de 100 niños que cuidar y calmar… y salvar de esta guerra inmunda”.

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