A Robert Nichols
(Desde Frise en Somme en febrero, 1917, en respuesta a una carta diciendo: “Justo estoy terminando mis vacaciones del fauno. Desearía que estuvieras aquí para alimentarlo con cerezas”.).
Aquí junto a un río nevado temblamos en agujeros rasgados, y como viejos avetoros te explotamos lastimeramente: Robert, cómo puedo rimar versos para tu deseo, elegantes faunos y tiempo de cereza, música vaga y árboles verdes, sol caliente y brisa gentil, Inglaterra en atuendo de junio, y la vida nacía joven nuevamente, por tu alegre cabrona brutalidad, borracho con melodía cálida, cantando de lechos de tomillo con ojos rojos y rodando, despertando con travieso laúd a toda la llanura devónica, labios oscuros con mancha jugosa, ¿orejas colgadas con fruta flotante? ¿por qué debería darle tiempo? ¿por qué en este frío y escarcha, donde hasta soñar es doloroso? No, Robert, no hay razón: las cerezas están fuera de estación, el hielo ha agarrado sus ramas y raíz, y los pájaros cantores están mudos.
traducción: HM