Una balada de rima de guardería
Las frutillas que crecen en jardines son regordetas y bien jugosas, pero mucho más dulces como los hombres sabios conocen la primavera de la vid silvestre.
No hay necesidad de taza o cuchara de plata, azúcar, especias o crema, el fruto salvaje recogido en junio junto a la corriente chorreante.
Una tal que se derrita en la raíz de la lengua, confundiendo el gusto con la esencia, late un picoteo total de fruto de jardín: lo que señala mi argumento.
La justicia repentina puede superar y romper la pluma perversa, que aquellos viejos y temblorosos poetas sacuden contra las mentes de hombres, blasfemadores confiando en mantenerse atrapar en extensas telarañas de tinta los extremos fines del pensamiento humano, hasta que no quede nada por pensar.
Pero el don de la paz y gloria celestial por todos los tiempos puede preservar al muchacho Tom que cuidando gansos hizo la primera rima de guardería.
Un día de agosto junto al arroyo, usando el sol como reloj, Tom pasó las lánguidas horas junto a su rebaño esparcido, tallando con una piedra afilada sobre una ancha losa de pizarra las famosas vidas de Jumping Joan, Dan Fox y Greedy Kate, rimando lobos, osos y aves, España, Escocia y Babilonia, aquella hermana Kate podría aprender las palabras para contarle al niño John.
Pero Kate, que no podía permanecer contenta de aprender su lección de palmadas, nueva belleza para las rudas líneas prestadas cambiando esto o aquello; y por sí misma ella dispuso cosas frescas en los rincones de su pizarra, de corderos, calles y la ciudad de Londres. ¡Dios bendiga el otoño en Kate!
El bebé amaba el sonido simple, con jovial alegría él se sacudió, y pronto las líneas crecieron suaves y redondas, como guijarros en el arroyo de Tom, de boca en boca contados y recontados por niños tumbados a gusto antes del fuego en el frío invernal, en junio bajo altos árboles, hasta que aún largamente perdidas están la piedra y la pizarra, aunque el arroyo ya no corra más, y muertos hace tiempo estén Tom, John, Kate, sus hijos y los hijos de sus hijos, todavía, cuando el Tiempo con paso sigiloso deja que se desperdicie el rico jardín, el fruto silvestre maduro y rojo no falla ni en esencia ni en gusto, entonces aquellas mismas rimas aún serán contadas a niños aún no nacidos, mientras la falsa filosofía envejeciendo se desvanece y es matada por el desprecio.
traducción: HM