¿Justicia divina en Perú? O Dina tiene todo bajo control…
Seis soldados se ahogaron en el río Ilave, en una de las paradisíacas zonas del lago Titicaca, mientras intentaban cruzar un puente para arribar a un pueblo alzado en protestas que reclamaban la renuncia de la presidenta Dina Boluarte. Ante los gestos y acciones violentas de los manifestantes, los uniformados se adelantaron en irregular formación sin contemplar que el puente era de hilos de culturas primitivas, materiales inteligentes aliados de los indígenas puros. Como ninguno sabía nadar y las aguas estaban bravas, terminaron siendo arrastrados por una corriente feroz de la naturaleza.
La policía y equipos de buzos ya encontraron todos los cadáveres con sus respectivos cartuchos de gases lacrimógenos. Es una lástima porque las armas que portaban quedaron en desuso, y ahora van a tener que pedir más metralla y gas pimienta a los amigos chilenos y por supuesto, Estados Unidos, principal aval del golpe de estado cometido contra el legítimo presidente Pedro Castillo, ahora arrestado en una celda inmunda de una prisión limeña.
Sólo cinco soldados lograron sobrevivir a la caída, aunque sufrieron agudas hipotermias tras intentar cruzar en vano el espléndido río. Las banderas de todos los cuarteles del Perú se levantarán esta semana hasta la mitad para homenajear a los caídos por la madre tierra y sabia naturaleza. El destino del batallón hundido era Juliaca, donde ya prendieron fuego a tres comisarías y cinco salas de justicia.
Fueron héroes anónimos quienes obligaron a los policías a introducerse en el río helado, a animarse y creer que un buen nado es el ejercicio ideal antes de reprimir compatriotas obedeciendo a una oligarquía infecta y racista. El gobierno acusó a los “agitadores y terroristas” que cantaron, gritaron y bailaron en contra de la mafia congresista en el poder, en nombre de la embajada estadounidense. Sin embargo, Samuel Canazas, agricultor, cultivador de papines celestiales y padre de uno de los soldados fallecidos, dijo a la prensa que “la usurpadora Dina, la asesina, es la culpable”.