Víspera de Santa Agonía o la clase media sentándose sobre su gordura
Suciedad de hombre y estómagos que el mar descarga, cohetes de veloces piojos arrastrándose adentro de la tierra, plantando sus malditas banderas, poniendo sus cosas masculinas en cualquier agujero que se mantenga quieto, parloteando sangriento crimen mientras se cortan mutuamente las cabezas, vomitándose, comulgando, prostituyéndose, enseñoréandose sobre pequeños tipos, ensuciándose los pantalones, escribiendo notas a chorro a sus abuelas, deseando que alguien haga algo pronto, deseando la cosa buena justo ahora y la cosa mala para el otro muchacho. Garganta, agradece a Dios por las agallas con la cremallera patentada, canta alto por las muchachas que venden cajas de hielo en la cubierta en llamas. Querido lector, gentil lector, delicado pequeño lector, éste es el modo en que vamos alrededor de camiones de leche y música de mar, la trampa de Sike y la costilla de Meg, el tembleque gorrión con dos golpes en la biblia, compórtate Alfred, tu intento está afuera, yo solía recoger viejas damas, encurtirlas en salmuera y pintar bigotes en sus vientres, más tarde fui a desnudarme ante Clubs Salven a la Democracia, cuando allanaron el local todos fuimos atrapados con nuestros pantalones bajos. Pero yo diré esto: me gusta la manteca en ambos lados de mi pan y mi hermana puede violar un alemán en cualquier tiempo en que ella se lo proponga, o el Peligro Amarillo para aquella cuestión, Héctor, tu papá está en el lobby. Los viejos días eran diferentes, las anotaciones de balón significaban algo entonces, dos píldoras en el bolsillo del costado y dos pedazos dicen eso, él se levantó lento a ver, sacudió el agua de su cabello, pegajoso, dime que no hay dulce dejado en la mano, yo le dije a ella qué hacer y lo hicimos, Jesús, dije, ¿tu nombre es McCoy? Quizá fue la cerveza o porque ella sólo tenía dieciseis pero yo me puse hosco con sólo pensar en ella, se casó con un cliente que viaja en calzoncillos de algodón. Ahora tú tomas el hoy, yo no lo deseo. Wessex, ¿quién es aquel con el que vi a tu dama? Tony dio toda su pasta a la iglesia, Lizzie creyó en alimentar su propio rostro, y por eso nunca encontrarás un gusano que no sea el anticristo, mi amigo, quiero decir cuando llegues a un tacho de hojalata descubrirás a un tonto sentado en él. Mientras tanto, el látigo de Muckle y la vara de Jessie, pendejo, seguro se ve negro en las agallas de esta particular ballena. Hilda, ¿ese es un 38 en tu cartera?
Fantasmas en manadas como perros sonriendo a fantasmas, ladrones sin bolsillos en una ciudad que nunca duerme, resuenan cadenas, maldición de guardias, este mundo está completamente loco.
¡Ey! Gorda, no mires ahora pero esa es una Revolución respirando en tu cuello.
traducción: HM