Mañana en Norfolk

Como por tanto tiempo viene el viento y todo clima, la casa centellea entre las nieblas de un pequeño río que astilla, parece, un paisaje de sueños de invierno. En los campos lejanos se paran unos pocos árboles desnudos decorando aquellas nieblas como encandilados patrones de tragaluces georgianos. La tierra natal de cualquier corazón persiste allí, impregnada con recuerdos y nieblas no tanto para ocultar las identidades y vidas perdidas de aquellos una vez amados, y más amados. Ellos la acechan quietos. A los prados de agua que yacen junto al corazón ellos retornan como lo hacen bandadas de golondrinas a los campos que ellos conocieron y donde revolotearon y volaron tan a menudo y tan inolvidablemente. ¿Qué pescado juega en los pozos de deseo brillantes de tus estiramientos pintados, oh secreta y pequeña inmaculada mujer, fácilmente podría contar, porque ellos no serían aquellos presuntuosos intermitentes, a veces resplandecientes presentimientos, imágenes e idealizaciones de lo que tendría que ser? El amanecer ha iluminado los bajíos y las sombras y la mujer se desliza y haraganea a través de la mala hierba de islas y sauces caídos, y bajo el molino de Itteringham, y hay un tipo de lluvia, empapada y revoloteando en el aire, el cisne nocturno aún duerme en sus alas y sobre él toda la mañana amontona el ahorcamiento del fuego del día. Los tractores de Fowell braman desde sus galpones y arrastran el trabajo del día, como un trineo apilado detrás. La mañana del diciembre carmesí rebosa sobre Norfolk, girando al ardiente Turner esta acuosa acuarela ideal que más temprano brilló tan verde que parecía hundida. ¿Qué otra sanción, qué bendición puede el hombre de corazón interceder que la suprema remisión de la mañana? Porque entonces la mente mirando hacia atrás sobre su demasiado mancillado ayer, la podrida pila de resolución y desperdicio, lee en su cielo de arcoiris un pacto mayor, el tremendo pronunciamiento: el día perdona.

Sagrado el corazón en su propia ocupación alabando y levantando este envío de dios, la mañana. ¿Levantarás tus ojos a mi ciego espíritu y verás tal evidencia de perdón en los paraísos de la mañana luego de la dorada mañana que hasta el ciego puede ver?

 

traducción: HM

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