Confesión verdadera 3

Aquel francés realmente tenía el truco de figurarse patinando en esta stanza pero yo, gracias a Dios, no puedo leer galo y escapar así a su influencia. Su retórica pide emulación sobre mi cabeza. Yo no respondo. Es como si yo no hubiese escuchado porque no puedo decir una palabra. Pero lo invoco, sucio perro, como un ladrador a otro, levanta sobre mí tu pierna hábil, enséñame, tú sapo tragador de caracoles, a hacer de una mancha de versos molestos que debería catalogar cada reclamo humano exagerado, cada objetivo humano exagerado.
Te suplico, franco villano, levántate de tu cama de suciedad y guía mi mano. Aún eres un experto irreprensible en decir a la verdad que está diciendo mentiras. Levántate, mentiroso, levántate, engaño, mira a la puta plaza a los ojos y verás qué suplico.
Compartimos, sapo, bastante el mismo pozo. Siento tu largo espectro aquí entre la bazofia social moviéndose como junto a mi y los escarbadores de vidas ajenas que he conocido. No, no es la magnitud del reclamo que hace que tu sombra asome como un alto memorial sino la misma del tipo.

Tú asesinaste con un cuchillo pero yo como alguien salido de Oscar Wilde conmemora con un niño las víctimas sonrientes mientras mueren matando en besos y la mentira de generación. Pero ambos matamos. Yo robo la tumba que tú glorificas, tú glorificas donde yo profané.
Oh, presidio adulterador de adulto mayor, ahora, fríamente sobre mi mano escribiendo, como a una multitud las imágenes de aquellos años irreales que, como una cortina, parecen sacudirse culpablemente sobre lo que cubren –aquellos años irreales, disparo de sueños y orgullo, cuando la visión primero aparece-.

La desvelada visión de todas las cosas caminando hacia nosotros mientras nos paramos y dándonos, en cada mano, el conocimiento que el mundo trae a aquellos más amados por ella, aquellos que, cuando ella golpea con sus alas, se paran arraigados, se vuelven una rosa por comprensiones terrestres.
Ven, mujer enfurruñada, desnuda como agua, deslúmbrame ahora como me deslumbraste cuando, cegado por tu desnudez, vi el sexo del intelecto, la idea de lo hermoso. Lo hermoso a lo cual yo, más tarde, dí sólo desconfianza y negligencia, la idea que ningún deshonor puede anular.
Aviadora vencida, desciende nuevamente, larga visión desvanecida a la que no he conocido tanto tiempo, asume tu brillante prerrogativa anterior, ilumina, guía y atiéndeme ahora. Oh, visión viviente, dame la tumba, la verdad, y envía el hechizo que hace que el poema viva.
Envié una carta a mi amor en un sobre de piedra, y entre las cartas corrió un torrente llorando que comenzó a crecer hasta que fue más grande que Nyanza o el corazón del hombre. Envié una carta a mi amor en un sobre de piedra.
Envié un regalo a mi amor en una caja de borde negro, un reloj que bate un tiempo de lágrimas como las cercanías de medianoche golpeadas y mi amor llora mientras escucha el Armagedón de los años. Envié a mi amor un regalo en una caja de borde negro.
Envié un mentiroso a mi amor con sus manos llenas de rosas pero ella sacudió su enrulado y amarillo, amarillo y enrulado cabello y lloró, la rosa está muerta de todo el mundo desde que mi único amor ha mentido. Envié a un mentiroso a mi amor con rosas en sus manos.
Envié una hija a mi amor en una cuna pintada. Ella la tomó y la subió a su pecho izquierdo y la meció a un descanso maternal cantando una canción que es lo mejor, amores y amores y olvidar el resto. Envié una hija a mi amor en una cuna pintada.
Envié una carta a mi amor en una lámina de piedra. Ella miró hacia abajo y mientras leía ella sacudió su pelo amarillo y dijo, ahora él duerme solo en lugar de varios descansando en varias camas. Envié una carta a mi amor en una lámina de piedra.
Oh, virgen de pelo largo junto a mi árbol entre cuyos tenedores colgados enfurece una pasión sexual no mitigada por tí, su víctima –rodilla a rodilla, encerrada sudando en los oscuros amantes musculosos, tan nuevos como éramos, derrama el niño en el césped en Richmond Park.
Gritando el becerro corre salvaje entre colinas del corazón son recuerdos: por mucho, mucho tiempo el beso blanco de los jóvenes pasea el labio y sólo muere cuando el hombre entero acecha entre las curvas donde yace el remordimiento, entonces, entonces los buitres en la lengua rigen imperios de recuerdos blancos.
Agua legendaria, donde, dentro de la contemplación, percibo mi propia cara, ¿cómo mi autodisgusto cree que eso fue mi ángel a los diecisiete? Estrellas, estrellas y el mundo, vistos intactos por cristal. Recupera la estrella matutina el culpable que puede, ¿quién sabe que su sangre gira en el medio?
Muévete hacia atrás, vagabundo amoroso, sobre todas aquellas instancias desplumadas que alquitrano con beso de brea, el sucio servicio de labio que treinta hastiados rinden sus tempranas inocencias. Señalador de recuerdo, muéstrame las muertes en pluma que ahora cubren el alquitranado lugar debajo del que he muerto.
¿A qué enfermizo bastardo engendrado de mocos le gusta hacer un idiota de sí mismo? Deseo al cielo haber manejado el arte de vivir como un cobarde mientras aún me admiro. Sobre mis acciones, pasadas y recientes, escucho disgusto, mi mejor mitad ‘El es único indecente de decencia’.
Ven, pastora del sueño de dedos estrellados, pacifica el arrepentimiento, remordimiento, y deja que la sufriente oveja negra llore en la cama que ha hecho. Deja que pause el criminal órfico para percibir que en el lugar de sus días todos los crímenes miran atrás y se apenan sobre las mentiras que ningún dolor alivia.
Duerme a mi lado nuevamente, mi novia, como en nuestro lecho matrimonial te transformaste en un arbusto floreciente que ardió toda la carne del orgullo afuera. Junto a mí ahora, tú, sombra de mi rota, partida, abandonada novia, yace quieta, y yo te abrazaré fuerte hasta que incluso nuestros fantasmas estén rotos de corazón.
Tan confiada, inocente e ignorante de lo que los azares del mundo atormentan y golpean con un matrimonio, no escuchamos a  los molinillos soplando pero navegamos nuestros besos alrededor del mundo, ignorantes de monstruos y el más vasto cementerio de inocencia. Esta corona sueña sobre nuestro desastre común.
Pero ahora son brillantes aquellas nupcias para mí, como cuando el sonriente feto trasladado del muelle rosa hoy en vez de mañana, como primos del campo estuvimos casados junto al bonito embrión acosador y tú, mi amiga: no tomaré prestado de nuevo el traje de sarga que llevé a través de la miel de luna para cena de tristeza.

Amando la mano, suave la reprensión, amando el corazón, más profunda la comprensión, más profunda la comprensión, más grande la confidencia para el escondite del corazón herido. Perdonando la mano, el amor sin un final camina de regreso sobre el agua: dando y tomando ambos lados deviene en mi simple comprensión: más profundo el amor, más grande el corazón al romperse.

traducción: HM

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