Calamiterror (Sección VI)
1
Serpenteando en el extranjero en el día de los prados de Lincolnshire, día y día un mes quizás, yaciendo a la noche solitario, una tarde de septiembre temprano administrando un misterio, la luna ejecutando su vacilante prestidigitación, siendo el advenimiento del evento extraordinario, el calamiterror, giro y encuentro la montaña descendiendo sobre mí, el momento de terror titila como pólvora muerta revelando los rasgos de la masa como mía.
2
El tiempo como una montaña hecha de mi propia sombra colapsando sobre mí, me entierra en mi vida. Es el futuro, socavado por el presente, fallando espantosamente hacia atrás. Traigo los escarpes agrietados que se precipitan, atrapo el destello de años agonizados en un otoño de escombros, el tiempo traquetea con ramas, escucho el grito de la vida roto y sentimental como yo.
3
Serpenteando en el extranjero en los prados de Lincolnshire, lanzada arriba el rasgo de ninguna montaña con el propio rostro. Holgazaneando como Hylas junto a la corriente babilónica admiro el arpa en el sauce, no la máscara brillante suspendida a través de las profundidades o abajo, internamente y eternamente hundido tú vas. Lo sé. Vagué a la noche admirando la montaña de luz de luna, la luna había hecho un monstruo del mío.
4
Veo que los elementos de mi crecimiento fueron dibujados, no desde objetos que alientan el crecimiento, la montaña ornamentada con lágrimas matinales, el árbol musical, el río hesitante, sino la montaña distorsionada de las entrañas, el árbol histérico que enracima hasta los brazos, el río lunar desde la fuente sexual. Alimentándose en sí mismo, el caníbal interno se para como un agujero sobre su propio yo tragado.
5
Acerca del adulto como el sistema solar los objetos se revuelven, sosteniendo al hombre en su lugar. El abdomen de juventud es el mundo de globo retorcido para ajustarlo entre las costillas. El muchacho espartano tenía su propio globo de zorro oculto en su vientre. La juventud de pena lamenta esta indigestión, el mundo hinchándose en sus entrañas. Yo vomito. Este es el acto que uno ahora ejecuta.
6
Porque caminar a la noche admirando la montaña de luz de luna, es encontrar y sentir lo real y elegante. Más puede el resplandeciente ángulo que indica la fisonomía de los divinos más que la tuya. Quién es el pariente de la planta innumerable, no es la dulce cebolla colgando en mi lomo. El árbol verde brotando en la parte trasera del espacio sigue al sol griego y no mi rostro.
7
Recuerdo cómo la rosa brotó de mi pecho. Recuerdo las miríadas de pájaros en la jaula de mi cabeza, recuerdo mi tercer dedo, el ramo de mirto, recuerdo las mujeres aprisionadas gimiendo en mis entrañas, yo era la figura de la exhibición surrealista con una masa de rostro rosa. Yo colgué como un halcón hambriento sobre el mundo corriendo, yo colgué como el sol que empuja a los muchachos brillantes, como la araña.
8
Vi la luna nocturna realizando un círculo cerca del punto central de mi ojo. El pájaro voló, ya sea hacia o desde mí, me cantó o estuvo silencioso. Yo sentí el violento giro de cosas, yo era su eje como el árbol polar. La clave de reyes que habían caído desde el azul a mi ojo de cerradura, sabía que sabía. Sentí el aplastamiento del infierno en mi lado izquierdo.
9
Fue un domingo 12 de abril que vi la figura de William Blake brillante y enorme colgada sobre el Támesis en Sonning. Yo no había tenido esto. Familiar con la matemática espacial, conociendo el elemento de la materia, tenía conocimientos de la creación de las cosas, pero no esto. No tenía conocimiento de esto. No había encontrado el prototipo.
10
Vi a William Blake grande y brillante como ambición, absoluto, resplandeciente, actual y dorado. Vi que él tenía mundos y mundos en su abdomen, y su pecho innumerablemente poblado todo con pájaros. Vi su alma como un cine en cada uno de sus ojos, y Swedenborg trabajando como un sueño en su estómago. Recuerdo el mirto brotando desde su mando y me ví como el pájaro menor en la arboleda.
11
Reconocí la cosmología de los objetos, las cosas contribuyendo y constituyéndose, lo cual contemplado demasiado de cerca hace un caos, la plétora gloriosa, la masa del paraíso, el caos de gloria, en el cual el idiota vaga recogiendo. Reconocí la cosmología del caos, observando que la condición produce caos, el cosmos es el hecho externo.
12
William Blake era más grande que mi montaña de Lincolnshire, cuando como mi montaña cayó. Yo escuché los fragmentos catastróficos de su torso rompiéndose al pasar a mi lado, era el objeto del mundo físico rompiéndose en mi como el Krakatoa, como Krakatoa, como el puño disparando desde la caja, como la gradual aparición de la mañana, en la mañana como Tutankamón, cuidadosamente desvistiéndose en lugares públicos.
13
Alcancé el apocalipsis, escuchando lentamente los sonidos contra los cuales mis orejas habían hecho su propia música. Escuché primero la ronda coral hacer eco hacia arriba en el valle intentando encontrar el oído de dios, escuché el presagio irónicamente retumbando a lo largo del canal, guerra: la voz ancestral, la voz ancestral. Y vi en una niebla de gas al señor Baldwin orando: debemos reparar las deficiencias de nuestras fuerzas. Escuché a tres mujeres llorando en las ruinas de Irún.
14
Nada que no pueda escuchar, Berliner, Tageblatt, Daily Telegraph, L’Humanite, Isvestia, el aire como canillitas gritando, recontando instancias de odio, de insulto, agravio y la ronda coral, el himno de Durham, sobre todo. Encontré a siete santos en Salisbury con lana y algodón en sus oídos. Recuerdo con vergüenza mi propia música. La partición del pilar central como relámpago aural, lo sentí romperse en mi abdomen, el mundo.