A mi madre

Más cercana, más querida, más amada y más lejana, bajo la ventana donde solía encontrarla sentada tan enorme como Asia, sísmica con risa, gin y pollo indefenso en su mano irlandesa, irresistible como Rabelais, pero más tierna para los perros cojos y aves heridas que la rodeaban, ella es una procesión que nadie podría seguir, aunque era como un pequeño perro siguiendo a una banda de música.
Ella no contemplará el bombardero, ni condescenderá en dejar caer su gin ni correrá a una celda, pero inclinada como una montaña en la mesa de caoba, a la que sólo la fe puede mover, y así yo envío, oh, toda mi fe, y todo mi amor para decirle que ella se moverá desde el luto a la mañana.

traducción: HM

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