(El herido salvajismo de Morris Graves)

El salvajismo herido de Morris Graves no es el mismo salvaje oeste que el hombre blanco encontró, es una tierra a la que vino Buda desde una dirección diferente, es un blanco nido salvaje en el verdadero loco norte de introspección donde ‘halcones del ojo interior’ se sumergen y mueren vislumbrando en su caída mortal toda memoria de vida, de existencia, y con ala de tiza grave dibujan en el cielo plomizo mil imágenes de vuelo hiladas.

Es la noche que es su ‘hábitat nativo’, aquellas ‘aves de espíritu’ con blancas alas sangrientas, aquellas manadas de chorlitos, águilas barbadas, ciegos pájaros cantando en campos de vidrio, aquellos cisnes de luna loca y gansos extáticos, garzas atrapadas, búhos de carbón, símbolos de tortuga trotando, aquellos peces rosados entre montañas, alcaudones buscando anidar, abejas de hueso blanco apareándose en el aire entre lunas alucinantes.
Y un pájaro enmascarado pescando en una corriente dorada y un ibis alimentándose de ‘su propio pecho’ y un ‘Connemara Pooka’ extraviado (tamaño de vida), y entonces aquellas mudas aves golpeadas, cargando pescado y mensajes en papel entre dos corrientes, que son las corrientes mellizas del olvido, donde la imaginación, girando sobre sí misma, con eléctrica visión blanca se reencuentra aún loca y sin alimentar entre las Hébridas.

 

traducción: HM

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