La muerte de la alegoría

Me estoy preguntando qué fue de todas aquellas elevadas abstracciones que solían posar, en túnica y esculturales, en pinturas y desfiles sobre páginas del Renacimiento desplegando sus mayúsculas como láminas matriculadas.
La Verdad galopando sobre un poderoso caballo, la Castidad, ojos bajos, revoloteando con velos. Cada una era mármol que cobraba vida, un pensamiento en un abrigo, la Cortesía saludando con una mano siempre extendida, Villanía afilando un instrumento detrás de un muro, la Razón con su propia corona y Constancia alerta detrás de un timón. Están todas retiradas ahora, consignadas a una Florida por tropos. La Justicia está allí parada junto a una heladera abierta. El Valor está acostado en una cama escuchando la lluvia. Hasta la Muerte no tiene nada para hacer excepto arreglar su capa y capucha, y todos sus accesorios están encerrados en un depósito, relojes de arena, globos, vendas para los ojos y grilletes. Aún cuando los llames para que regresen, no hay lugares adonde puedan ir, ningún Jardín de Alegría o Enramado de Felicidad. El Valle de Perdón está alineado con condominios y motosierras están aullando en el Bosque de la Desesperación. Aquí en la mesa junto a la ventana hay un jarrón de peonias y junto a él binoculares negros y algo de dinero, exactamente el tipo de cosa que ahora preferimos, objetos que se sientan tranquilamente en una fila en minúscula, ellos y nada más, una carretilla, una casilla de correo vacía, la hoja de una navaja descansando en un cenicero de vidrio. Mientras para los otros, las grandes ideas a caballo y las virtudes de pelo largo en vestidos bordados, parece que han viajado por aquel camino que ven en la página final de libros de historia, el que serpentea por una ladera verde y desaparece en un valle invisible donde todos deben estar profundamente dormidos.

 

traducción: HM

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