Dos métodos

A cabras y ovejas alimentadas por el Buen Pastor, el sacerdote envía masas para los muertos, y aún de los extraviados fuera del redil él no negaría la muerte para las masas. El párroco, poco dispuesto tanto a liberar como a matar, abandona a las almas ya en la parrilla y, la prerrogativa de Dios de fingir misericordia, perdona a los pecadores vivientes por una condenación más dura.

 

traducción: Hugo Müller

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