Los cisnes de la noche
Hay silencio sobre el lago encantado y silencio en el aire sereno, a salvo por el latido de su corazón, Evangelina, de ojos adorables.
Ella canta a través de las aguas claras, y oscura entre árboles y estrellas, las notas que su hada madrina le enseñó, la niña Evangelina.
Como podría replicar el estanque sin olas, una respuesta vacilante lejana y dulce, tres cisnes tan blancos como nieve de montaña nadan envolviendo sus pies.
Y se quedan quietos sobre el lago, sus ojos son como estrellas negras en toda su nieve, y suavemente, en el estanque vidriado, sus pies laten oscuramente hacia adelante y atrás.
Ella maneja sobre su pequeño bote, sus cisnes nadan a través del brillo estrellado, remando a su tierra de hadas, Evangelina, de ojos adorables.
Hay silencio en el lago encantado, y silencio en el aire sereno, las voces han de llamar en vano nuevamente a la tierra, a la niña Evangelina.
‘¡Evangelina, Evangelina!’ Arriba, abajo, todo en vano.
Su cuarto está oscuro, sus flores se desvanecieron, ella ya no responde más.
traducción: Hugo Müller