Bernie Sanders pierde candidatura pero gana batalla ideológica

En su discurso de renuncia a la candidatura presidencial del corriente año el demócrata Bernie Sanders citó a Martin Luther King Jr: “El arco del universo moral es extenso, pero se inclina hacia la justicia. La larga lucha por la justicia es la esencia de nuestro movimiento”. El uso del tiempo presente es notable. Este no fue un discurso de concesión ordinario, aunque tampoco lo es la campaña o el candidato. Bernie Sanders comenzó su carrera en la oscuridad, primero como miembro de la Juventud Socialista, y luego como un candidato menor que cosechaba sólo el 2% de los votos mientras luchaba contra el 2% que controla toda la riqueza de los Estados Unidos de Norteamérica.

El mensaje de Sanders no fue cuidadosamente focalizado a determinados grupos ni fue remendado por los expertos, procedió de su socialista comprensión de cómo opera el mundo: los poderosos siempre obtendrán lo mejor de los débiles a menos que éstos se organicen y den pelea. Con su claridad moral y bronca, el senador de Vermont parecía el último espécimen de una estirpe política en extinción. El fue obstinado, se rehusaba a cambiar, a evolucionar como lo pedía el clima político.

Pero en un momento en que la mayoría de los demócratas estaba diciendo que nosotros podíamos impulsarnos a la prosperidad, el brutal sistema de clases del país no evolucionó. Con millones en la pobreza o sintiendo los embates del hambre en la sociedad más opulenta de la historia, con millones de desempleados, sin seguro de salud, endeudados y tratados como mercancía, Sanders sabía que había una amplia audiencia para su mensaje.

Desde hace cinco años Sanders ha logrado cautivar a aquella audiencia potencial y convertirla en una real. El no creó el enojo ante un sistema económico injusto o décadas de desilusión con políticas liberales, pero sí creó una clara narrativa de lo que está mal, construyó apoyo para un conjunto de políticas que podrían mejorar las cosas, e identificó a los agentes del cambio que pueden fructificar la dolorosa pero necesaria “revolución política”.

El núcleo de la plataforma de Sanders ha devenido en sentido común para millones de estadounidenses. Como lo planteó el miércoles en su discurso matutino: “Estamos ganando la batalla ideológica”. Seguro de salud para todos, universidad gratuita y becas escolares, asignaciones universales por hijo, comercio justo y protección del empleo genuino, y un Nuevo Acuerdo Verde que se base en las necesidades de los trabajadores, los puntos centrales de la agenda de Sanders son ahora ideas populares vastamente extendidas en el país.

Y nunca ha sido tan claro quiénes son los enemigos del progreso. El 70% de los estadounidenses pagan más impuestos que aquellos que ganan más de 10 millones de dólares anuales, incluidos el 54% de los republicanos. Imaginen la conmoción de los operadores demócratas al descubrir el liderazgo de Sanders y que defender las necesidades materiales de la clase trabajadora es una fuerte tendencia en sus organizaciones.

Pero Sanders se quedó cortó en la última parte de su misión –movilizar a la coalición con la que contaba su movimiento revolucionario. Necesitaba cambiar la decisión de muchos votantes, y a pesar de su prematuro éxito, no pudo materializarlo en votos. Décadas de derrota y desorganización se condensaron en tan solo un mes, pero esto dista de ser un consuelo.

Aún hay esperanza en los millones que van a ir a votar, sondear, apoyar con dinero y palabras la campaña del viejo Bernie. El tiempo presente en su discurso indica que no se ve como un candidato convencional sino como miembro de un movimiento de masas. Dijo que esta carrera “no gira a mi alrededor” y que compitió para la presidencia porque creía que como presidente podría acelerar e institucionalizar el cambio progresivo que “todos estamos construyendo juntos”.

Bernie Sanders creía que podía emerger en 2020 como una figura con el poder de Franklin Delano Roosevelt, capaz de usar el poder del estado para realizar reformas y despejar los obstáculos para la organización de la clase trabajadora. En vez de ello, deberá aceptar su lugar junto a Martin Luther King Jr, Eugene Debs y Mother Jones –líderes morales contra los grandes males de su tiempo, líderes que continuarán inspirando la lucha por la libertad y la justicia-.

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