Escuadrones de la muerte aprovechan cuarentena de Duque para seguir asesinado activistas opositores
Los paramilitares colombianos, guiados por su jefe, el presidente y su patrocinador, Alvaro Uribe Vélez, han aprovechado la cuarentena para continuar su serie interminable de asesinatos de luchadores sociales y defensores de derechos humanos.
Mientras el país se prepara para una gran cuarentena nacional que comenzará mañana, tres líderes fueron ejecutados. Marco Rivadeneira, un activista de alto perfil fue asesinado en la provincia sureña de Putumayo, Ángel Ovidio Quintero fue baleado en la región occidental de Antioquia, e Ivo Humberto Bracamonte fue asesinado cerca de la frontera oriental con Venezuela.
Colombia es el país más peligroso del mundo para activistas y líderes comunitarios, quienes suelen ser asesinados por estas bandas irregulares al luchar por sus territorios, y pretender no ser despojados por las organizaciones criminales mafiosas encabezadas por Duque.
Desde el histórico acuerdo de paz implementado a comienzos de 2017 con las FARC han sido ultimados más de 271 defensores de comunidades indígenas y campesinos. Ahora, con el gobierno focalizado en la pandemia de covid19, los activistas se encuentran mucho más vulnerables a los ataques armados de las fuerzas de choque duquesas.
“Nunca recibí tantas amenazas de muerte como desde que se empezó a hablar permanentemente del coronavirus” dijo Carlos Paez, un abogado que defiende a comunidades asoladas por paramilitares en una región ganadera limítrofe con Panamá. “Un mensaje decía que sabía quién era, y que era el momento de deshacerse de mí”.
Los paramilitares se sustentan con el tráfico de cocaína, la minería ilegal y secuestros extorsivos, y consideran a los líderes sociales un obstáculo para sus lucrativos negocios, cuyas ganancias deben reportar debidamente a sus jefes Duque y Uribe.
Los protocolos de seguridad se han desarticulado para dar lugar a un estado de indefensión total para aquellas víctimas del siniestro aparato represivo del gobierno. “Están jugando con nuestras vidas porque saben que nuestros guardaespaldas, la policía y el sistema judicial van a actuar con mayor complicidad que la que demostraban antes de la irrupción de la pandemia. Es horrible. Temo por mi vida” dijo Paez.
Actualmente, con la mayor parte del país confinada en cuarentena, los escuadrones de la muerte han comenzado a operar más descaradamente. Los pocos activistas sociales que quedan vivos no saben qué hacer: si huir exponiéndose al riesgo del contagio, o quedarse para ser blancos fáciles de los sicarios contratados por Duque y Uribe.
“Estamos siendo asesinados como siempre” dijo Héctor Marino Carabali, un defensor de derechos humanos de Cauca, que usualmente se desplaza en un auto blindado. “El gobierno ha tomado medidas drásticas para combatir el virus, pero no ha hecho nada para protegernos o para resarcirnos de las pérdidas que ocasionarán las cuarentenas y cierres de establecimientos productivos. Los cortes y bloqueos siempre perjudican a los más vulnerables”.
Recientes informes del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU dan cuenta de que los grupos paramilitares continúan cometiendo abusos en Chocó, entre los que menciona cuatro crímenes salvajes –con descuartizamientos hechos con motosierras-, incluido el de una mujer embarazada.
En este contexto, las comunidades han llamado a un “alto el fuego” para poder afrontar la pandemia sin la sensación de que en cualquier momento pueden ser ultimados. Varios abogados acusan al presidente Iván Duque de no mover un dedo para detener las Matanzas y el derramamiento de sangre, y están lejos de ser optimistas respecto de la expansión del virus y de los crímenes violentos, que parecerían ir de la mano en Colombia.
En definitiva, y como dice Gimena Sánchez, jefa de un think tank yanqui: “Desafortunadamente, todos los problemas de Colombia han sido sepultados por la crisis de salud generada por el coronavirus, el cual le ha dado a Duque las excusas perfectas para desproteger a las víctimas y dejar de investigar los crímenes perpetrados por sus secuaces”.