Coronavirus: síntoma de la podredumbre humana

El mundo está focalizado en el combate a un virus que produce resfriado y limpia de ancianos achacosos la población mundial para alivio de los sistemas previsionales. La sobrecarga y sobreabundancia de información sobre la pandemia, las cuentas de muertos y contagios país por país, las imágenes de los muertos amontonados en camiones ante el colapso de las salas de cremación, las estrategias exitosas de China y otros países, todo conforma un revoltijo repulsivo que aliena y afecta la salud mental, a la par de la caída y el quiebre de los mercados y las crisis económicas que provoca, sembrando de preocupación e inquietud las casas y los refugios donde se fuerza a las poblaciones a resguardarse del peligroso virus.

El aburrimiento de los encerrados se despeja con compras online, actualización de noticias, y promesas de que el capitalismo salvaje se pondrá nuevamente en funcionamiento en todo el planeta luego del paso de esta peste, cómplice de presidentes asesinos y mafiosos, traidores y cretinos, en garantizar su impunidad. La muestra de la alianza de la pandemia con el establishment y el status quo infame y oprobioso que aún rige en todo el mundo, particularmente en Sudamérica, es la reelección de la basura humana de Luis Almagro al frente de la OEA hasta 2025. Eso sí que es vomitivo, eso sí provocará mil veces más daño que el coronavirus, eso sí es entregarse a la voluntad del imperio yanqui mediante una turbia componenda y espuria votación.

Ahora sí está avalada la impunidad y el mantenimiento en el poder de los golpistas bolivianos, ahora no cabe duda de que Piñera continuará incólume al frente de Chile, pinocheteando con sus pacos aquí y acullá. Ciertamente, proseguirá el lawfare en todo el continente castigando los gobiernos populares de la primera década del siglo. En Argentina nadie le tocará un pelo al estafador presidente que saqueó el país (aunque en este caso, Alberto Fernández activamente promueve la indulgencia y la condescendencia con los salvajes crímenes macristas). En Uruguay, en apenas veinte días del gobierno blanco ya la sociedad se halla en el mismo estado de injusticia y desigualdad que precedió a los mandatos del Frente Amplio, justificando vastamente el resurgimiento de organizaciones tupamaras. En Brasil ya cansan las bravatas del energúmeno presidente, quien a pesar de tener la astucia de reconocer que el problema del coronavirus es fruto de una histeria fogoneada desde los medios de comunicación, sigue adelante en su serie de dislates y provocaciones que buscan la militarización y represión de todo lo que suene o huela a PT. En Paraguay la epidemia de dengue parece eclipsar a la peste de Wuhan, hasta el presidente Abdo lo contrajo para curarse al poco tiempo y continuar con su servilismo y acatamiento a las órdenes de Washington, su persecución de indígenas y aplicación de recetas neoliberales que agrandan la pobreza a cifras pavorosas. En Perú todo continúa exactamente igual, el racismo, la estupidez y la inania se combinan para que Vizcarra decrete estados de sitio y toques de queda a su antojo, persiguiendo un futuro de gloria incaica que se esfuma en el estiércol y la mugre de los lupanares y hospitales. En Ecuador el paralítico Moreno prosigue su infame gestión desarticulando cualquier vestigio de correísmo y dignidad indígena, lame las botas y la verga de Trump (le llega cómoda a la boca) con absoluto descaro. En Colombia, mientras el gobierno de Duque avanza en sus asesinatos de líderes sociales y defensores de derechos humanos, mientras arremete contra poblaciones de campesinos y glisofatea los campos coqueros, a la vez que organiza la guerra contra Venezuela, le agradece a Dios por haberle traído al coronavirus, que seguramente disipará el descontento social que se estaba agigantando antes de la aparición de la pandemia. En las guyanas y surinames ocurren cosas similares, o más bien se produce una situación idéntica, replicada en cada país del orbe: el coronavirus es el aliado perfecto de gobernantes corruptos y criminales que están habilitados –por la OMS y la ONU- para establecer estados de sitio y toques de queda, y llevar adelante sus gobiernos ilegales e ilegítimos por donde se los mire, y en resumidas cuentas, contribuye a manipular poblaciones y llenarlas de pavor ante un microscópico mal, producto de una sopa de murciélago en mal estado, lo que se dice, pescado podrido, no más que eso, excrecencia y rasgo vital de un sistema planetario interneteado que sólo conduce a la desesperación y miseria de millones de almas humanas.

 

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