La muerte de Joy Gardner

Le pusieron un cinturón de cuero alrededor de su cuello, cuatro metros de cinta Elastoplast en su boca, la ataron y la esposaron para asegurarse y Dios sabe qué más. Ella era ilegal, entonces ‘hay que deportarla’ dijo el Imperio que la trajo. Ella murió, nadie la mató y ella jamás se suicidó. “Es nuestro trabajo hacer que retorne a Jamaica” dijeron los deportadores extranjeros, que deportan a personas como yo. Se dijo que le habían dado una advertencia, que oficiales la llamaron en aquella mortal mañana de julio mientras su pequeño hijo miraba TV.

Un oficial desenchufó el teléfono de mamá y ahora los niños quedaron solos cuando todo lo que querían era un hogar, un niño observó a mami muriendo, no importa lo que pueda decir la ley, dejen que los derechos humanos entren en juego y se apliquen a todos.

No conozco una raza perfecta, no conozco un lugar perfecto, sé que éste no es un simple caso de migrantes jamaiquinos en movimiento, debemos hablar sobre las relaciones raciales con los agentes de inmigración, sobre este tipo de deportación si las cosas van a mejorar.
Vayamos atrás en la historia, la palabra es que oficialmente ella murió democráticamente en 4 metros de cinta, aquella cristiana estaba por aquí porque había piratas por allá, la biblia nos envió por todas partes para hacer grande a Gran Bretaña. Aquí yace el escuadrón de extradición y ahora todos deberíamos rezar a Dios que cuando vayan por su trabajo no comentan un error, porque me temo que mientras camine por las calles un día sólo me encontraré con oficiales que atarán mis pies y cómo podré escapar.
Veo a mi gente demostrando y educando con debate, el modo en que están separando a los mayores de la juventud, cuando todo lo que están demandando es un poco de distinción, ellos también tienen planificación familiar, ahora sus niños quieren la verdad. Mientras me muevo por ahí estoy ojeando a tantos poetas llorando y tantos poetas intentando articular el dolor, no puedo hacer otra cosa que sorprenderme de cómo los deportadores extranjeros (como dijeron a los periodistas) puedan sentir alivio absoluto.
traducción: Hugo Müller

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *