El saddhu de Couva

En el atardecer un gong de bronce vibra a través de Couva, es entonces que veo mi alma rápidamente desenvainada, como un ave blanca de ganado empequeñeciéndose sobre el océano de cañas de la tarde y me siento en silencio, esperando que retorne como un cerdo ampollado con barro, porque para mi espíritu India está demasiado lejos. Y ante aquel gong a veces nubes peladas en vestidos de azafrán se reúnen sagradas por la tarde, sagradas aún hasta Ramlochan, cantando éxitos indios desde su hamaca de yute mientras la noche acaricia los flancos y cuernos plateados de su taxi granate, mientras los mosquitos zumban sus mantras vespertinos, mi amigo Anófeles, en la cítara, y las luciérnagas haciendo de cada oscuridad un Divali.
Anudo mi cabeza con una nube, mis bigotes blancos se erizan como cuernos, mis manos están frágiles como las páginas del Ramayana. Una vez que los monos sagrados multiplicados como ramas en los templos ancestrales: no los extraño porque estos campos cantaban de Bengala, detrás de Reparaciones Ramlochan estaba Uttar Pradesh; pero el tiempo ruge en mis oídos como un río, la edad antigua es una conflagración tan feroz como los fuegos de caña de la cosecha. Pasaré a través de aquella gente como una nube, ellos verán un pájaro blanco batiendo el mar de la tarde de las cañas, detrás de Couva, ¿y quién le apuntará como mi alma desenvainada? Ni el novio en rosarios ni la novia en sus velos, su lenguaje sagrado en las carteleras de cine.

Hablé condenadamente demasiado en el Consejo de la Ciudad de Couva.

Hablé demasiado suavemente, siempre estaba sumergido por los altoparlantes de enfrente de las tiendas o los altoparlantes con las imágenes más grandes. Estoy mejor preparado para acechar como un pájaro de ganado blanco sobre piernas como bastones, pegándome al camino entre las cañas en un camino de distrito en la oscuridad. Haciendo el papel del más viejo. Ya no hay mayores. Sólo es gente vieja.

Mis amigos escupen al gobierno. Yo no pienso que sea sólo el gobierno. Supongan que todos los dioses son demasiado viejos, supongan que están muertos y que los están quemando, supongan cuando un cañero cortando serpientes con un machete esté cercenando el dios armado de la serpiente, y supongan algún cazador que haya atrapado a Hanuman en su travesura en una jaula de mono. ¿Suponen que todos los dioses serán asesinados por luz eléctrica? Atardecer, una fogata, ruge en mis oídos, brasas de golondrinas marrones se precipitan y gritan, como mujeres distraídas alrededor de su cremación. Yo asciendo a mi cama de dulce sándalo.

 

traducción: Hugo Müller

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *