El mar es historia
¿Dónde están sus monumentos, sus batallas, mártires? ¿Dónde está su memoria tribal? Distinguidos caballeros, en aquella bóveda gris. El mar. El mar los ha encerrado. El mar es historia. Primero, había petróleo arrojado, pesado como caos, luego, como una luz al final de un túnel, el faro de una carabela, y fue el Génesis. Entonces estaban los llantos plenos, la mierda, el lamento: Exodo. El hueso soldado por el coral al hueso, mosaicos cubiertos por la bendición de la sombra de la ballena, que era el arca del pacto. Luego vino desde los cables desplumados de sol en el piso del mar, el arpa plañidera de la esclavitud babilónica, mientras los caperos blancos se agrupan como esposas de las mujeres hundidas, y aquellos eran los brazaletes de marfil de la canción de Salomón, pero el océano continuó dando vuelta las páginas en blanco buscando historia. Entonces vinieron los hombres con ojos pesados como anclas que se hunden sin tumbas, bandidos que carnean ganado, dejando sus costillas chamuscadas como hojas de palma sobre la orilla, entonces las fauces espumosas, rabiosas de la marea tragándose Port Royal, y aquel era Jonás, ¿pero donde está su Renacimiento? Distinguidos señores, está encerrado en aquellas arenas de mar, allá afuera pasando de arrecife en arrecife, donde flotaron los hombres en guerra, pónganse estas antiparras, yo los guiaré. Es todo sutil y submarino, a través de las colonias de corales, pasando las ventanas góticas de los abanicos del mar donde el mero crujiente, ojos de ónix, pestañea, con el peso de sus joyas, como una reina pelada, y aquellas cuevas con percebes picados como piedra son nuestras catedrales, y la chimenea ante los huracanes: Gomorra. Huesos molidos por molinos de viento en marga y harina de maíz, y aquello eran lamentaciones, y aquello era sólo lamentaciones, no era historia. Entonces vino, como escoria sobre el labio secándose del río, las cañas marrones de las aldeas que se cubren y congelan en ciudades, y a la tarde, los coros de mosquitos, y sobre ellos, los clavos hiriendo el costado de Dios mientras su hijo se pone, y aquello era el nuevo testamento. Entonces vinieron las hermanas blancas aplaudiendo el progreso de las ondas, y aquello era emancipación, júbilo, oh, el júbilo desvaneciéndose rápidamente mientras el galón del mar se seca al sol, pero aquello no era historia, aquello era solo fe, y luego cada roca se rompió en su propia nación, entonces vino el sínodo de moscas, entonces vino la garza secretaria, entonces vino la rana toro aullando por un voto, luciérnagas con brillantes ideas y murciélagos como embajadores de inyección y la mantis, como la policía caqui, y las peludas orugas de jueces examinando cada caso de cerca, y luego en las orejas oscuras de helechos y en la risa de sal de rocas con sus piscinas de mar, entonces fue el sonido como un rumor sin ningún eco de historia, realmente el comienzo.
traducción: Hugo Müller