Una canción de las bolsas de arena
No, Bill, no estoy metiendo la cuchara en ninguna tontería patriótica
(la cala detrás de las bolsas de arena no es una maldición de muerte o gloria).
Y aunque les estoy tirando con todo no odio a los alemanes,
creo que son mayormente decentes, igual que la mayoría de nosotros.
Creo que aman sus hogares y niños tanto como tú o yo,
e igual que tú y yo preferirían bailar que pelear,
y si hubiésemos nacido en Berlin de parranda, estaríamos allí con Hans y Fritz, puedes dar por seguro que sería así.
Parado arriba de las bolsas de arena no son divertidos los pensamientos que vienen,
contemplando la oscuridad, escuchando zumbar las balas (¡zing, zip, ping, rip, escucha cómo zumban las balas!),
inclinado contra las bolsas de arena, con el rifle bajo mi oreja,
oh, he tenido más pensamientos de centinela de los que solía tener en un año.
Me pregunto, Bill, si Hans y Fritz se preguntan como yo qué habrá al fondo de todo, para qué es toda esta matanza.
El piensa que tiene razón (por supuesto no la tiene) pero en esto estamos de acuerdo,
si quienes la armaron tuvieran que pelear, no habría habido guerra.
Si ellos yacen en camas de pluma mientras nosotros nos mantenemos en el barro,
si ellos hacen fortunas mientras nosotros luchamos por ellos como el infierno,
si ellos lanzan sus potes de tinta así como derraman su sangre:
¡por Cristo! Estoy pensando que habría otra historia para contar.
Temblando sobre las bolsas de arena, con un carámbano en lugar de columna vertebral,
no son divertidas las cosas que piensas aquí en la línea de fuego:
(¡whee, whut, ziz, zut, Señor, cómo silban las balas!)
agachándome cuando una granada estalla en un chisporroteo de luz,
puedes charlar con tu alma junto a las bolsas de arena, más que en cualquier viejo tiempo nocturno.
Ellos hablan de la gloria de Inglaterra y de sostener nuestro comercio,
del imperio y el alto destino hasta que estemos bien parloteados,
pero es para cosas como esa que la maldita guerra es hecha,
entonces lo que digo es: ¡condenados sean el alto destino y el imperio!
Hay solo una buena causa, Bill, para pobres tipos como nosotros para pelear:
es la autodefensa, por la tierra y el hogar, y por aquellos que cargan nuestro nombre,
y eso es lo que esoy haciendo aquí junto a las bolsas de arena esta noche…
Pero Fritz y Hans te dirán que ellos están haciendo lo mismo.
Contemplando sobre las bolsas de arena, enfermo de toda la maldita cosa,
disparando para mantenerme despierto, escuchando las balas cantar
(¡hiss, twang, tsing, pang!, frescas cantan las balas),
soñando aquí junto a las bolsas de arena en el día en que la guerra termine,
cuando Hans y Fritz, y Bill y yo tintinearemos nuestros vasos en fraternidad,
y la hermandad del trabajo será la hermandad de la paz.
traducción: Hugo Müller