Un ruego
¿Por qué necesitamos inventar nuevas armas para destruir a los pobres?
Contentémosnos con lo que tenemos y perfeccionemos su empleo.
Con armas que pueden matar millones, ¿por qué debemos buscar más,
un brote más brillante de sangre para derramar, un mar más profundo de sangre?
El espeluznante resplandor de la luz atómica cegará vastos continentes,
se abismará en siglos de noche desesperando a la humanidad.
Entonces agradezcamos por la escopeta y la espada, para luchar con material honesto:
¿no son los tanques, la artillería la granada y el napalm suficientes?
Oh, retroceder miles de años cuando las flechas volaban haciendo su camino,
¡cuando los enemigos caín bajo las lanzas y las espadas se balanceaban para asesinar!
¡Miren, eructando en el cielo obscenos hongos!
¡Dios querido, danos de vuelta los días valientes cuando las guerras eran limpias!
traducción: Hugo Müller