Suecos explosivos: del bienestar a la violencia social

La violencia del narcotráfico y de bandas criminales no es un cuestión exclusiva de países subdesarrollados o bananeros (ya suena vetusto llamarlos del tercer mundo) sino que existen y amenazan la integridad de las sociedades más avanzados. Un reciente informe de la policía sueca reporta que en 2019 aumentaron un 60% las explosiones de bombas ligadas a contiendas entre narcos, mientras la policía trabaja y patrulla a destajo para despejar las calles de explosivos y armas.

Suecia ha sido golpeada por una ola de asesinatos y “bombazos” (al mejor estilo Pablo Escobar Gaviría) en los últimos dos años que han conmovido a los suecos y suecas, cuyo país ha sido considerado por mucho tiempo como el más seguro del mundo. A pesar de ello, se observa que a la líder juvenil Greta Thunberg por el momento le preocupa más el calentamiento global que los problemas delictivos de su patria.

De hecho, el año que se acaba de ir fue el más violento del siglo, registrándose 257 explosiones, superando ampliamente las 162 de 2018. Si bien no se explicita el tipo de bomba y material explosivo utilizado, se sabe que hubo muchas molotovs, y algunas dirigidas a estatuas del ídolo futbolístico Zlatan Ibrahimovic, caído en desgracia por su temperamento  corrosivo y egocéntrico.

Las protestas de los ciudadanos ante el incremento de la violencia obligaron al gobierno a duplicar sus presupuestos policiales y a lanzar un programa de lucha contra el crimen organizado, mientras la ley y el orden devinieron en el principal tema en los campos de batalla políticos e intelectuales.

Ulf Kristersson, líder del partido de oposición Moderados, dijo: “Este gobierno ha perdido el control del crimen en Suecia. En los años recientes hemos visto cómo han crecido todo tipo de delitos y fatalidades. Las explosiones han crecido sin parangón en el mundo, incluida Africa y América Latina”.

La oficina del primer ministro, Stefan Löfven, declinó responder un cuestionario que se le envió oportunamente respecto de las cifras que muestran cómo ha aumentado el crimen y la marginalidad en el período 2015-2019.

El ministro del interior, Mikael Damberg, dijo a la agencia sueca TT que estaba convencido de que la labor de las fuerzas policiales será efectiva, y que las sentencias por ataques con bomba y narcotráfico se endurecerán para acabar con los planes de las bandas criminales.

En el marco del plan la policía identífico 60 barrios peligrosos en los aledaños de las principales ciudades, donde el desempleo es elevado, los ingresos bajos, y donde las drogas y las bandas narco pisan fuerte.

En Noviembre se lanzó también una fuerza de tareas para combatir los asesinatos violentos, luego de que un amante de las armas y la ultraderecha ingresara a una pizzería de Malmö para matar a un joven de apenas 15 años. La estrategia de esta fuerza se basa en infiltrarse en los barrios peligrosos para desarticular las bandas con tacto e inteligencia.  De todos modos, los miembros de la fuerza aseveran que es imposible que la policía resuelva todas las causas de la violencia, o que ésta disminuya de un día para el otro. La cosa está candente desde el domingo pasado, cuando en uno de los barrios más selectos de Estocolmo se produjo una explosión que destruyó un edificio y varios autos estacionados en la calle. La explosión se escuchó a kilómetros de distancia pero sólo provocó daños materiales. ¿Quién diría que en 2020 Suecia estaría pasando por guerras narco tan explosivas y por un fuerte descontento de su población con la filosofía de vida vikinga? Chau, estado de bienestar; hola, estado de violencia.

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