Jefe amazónico Raoni Metuktire: “Bolsonaro es lo peor para nosotros”

Cerca de cumplir 90 años, Raoni Metuktire, el líder indígena más venerado de Brasil, ha captado la atención de la prensa al desafiar al hombre que llama “el peor presidente de la historia del país”. En una entrevista con Maldita Realidad, el líder kayapó denunció los planes de la administración de ultraderecha de permitir la explotación minera en territorio indígena y advirtió que las políticas amazónicas del gobierno amenazan los esfuerzos globales de proteger la naturaleza y atender la emergencia climática.

“He visto pasar varios presidentes, pero ninguno trató tan mal a los pueblos indígenas ni amenazó la selva como éste. Desde que es presidente, ha sido lo peor para nosotros” -dijo él.

Raoni vivió durante 24 administraciones antes de que la tribu de su selva hiciera contacto por primera vez con el mundo exterior, y se ha puesto al frente del movimiento indígena de protesta más grande del gigante sudamericano, junto con Davi Kopenawa Yanomami, liderando la resistencia contra los rancheros, mercenarios y elementos parapoliciales conchabados por “Bolso” para aniquilar a los indios brasileños.

Con su labio gigantesco, aretes, abalorios y sólido cabello gris, Raoni es uno de los indígenas amazónicos más conocidos del mundo. Se inició como guerrero pintado, siendo contactado por primera vez por el explorador británico John Hemming a mediados del siglo pasado. Los intrusos trajeron presentes como espadas de metal y espejitos de colores, pero dejaron enfermedades europeas como la malaria, influenza y sarampión, las cuales diezmaron la población de su tribu.

Raoni tiene experiencia como cacique belicoso, formando parte de la lucha contra el desmonte y la penetración del hombre blanco durante más de 30 años. Adquirió fama internacional a raíz de su amistad con Sting, el cantante de The Police. Raoni fue agasajado por varios líderes mundiales y se encontró con el papa, ganando prestigio e influencia, rompiendo con los prejuicios de millones de brasileños que consideran a todos los indígenas como pobres y analfabetos. Su gestión ayudó al pueblo kayapó a obtener el reconocimiento de sus derechos territoriales en una vasta cadena de reservas, que forman la columna vertebral de la línea de trincheras contra la deforestación.

“Durante varios años me mantuve tranquilo porque nuestras tierras estaban bien demarcadas. Pero ahora, desde que asumió este monigote me vi obligado a tomar nuevamente las armas para salvar a mi gente”.

Recientes informes de reconocidas organizaciones nacionales e internacionales muestran cómo ha avanzado la deforestación en la última década. Los rancheros y asesinos de la selva han iniciado varios incendios que liberan enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, afectando el ciclo del agua y destruyendo el hábitat más biodiverso del planeta. Los pirómanos, envalentonados por el gobierno, que ha pasado su primer año debilitando las protecciones medioambientales, acicateando crímenes raciales y despertando la ira de grupos conservaciones y habitantes de la selva.

Aún antes de heredar la presidencia del golpista y traidor Temer, Bolsonaro con frecuencia se refería a los grupos indígenas como un obstáculo para el desarrollo económico. En 1998 declaró: “Es una vergüenza que la caballería brasileña no haya sido tan eficiente como la estadounidense que exterminó a los indios”. Ahora en el poder, prometió detener la demarcación de nuevas reservas para conceder los territorios a la minería y el agronegocio. Los antropólogos han advertido que estas acciones provocarán un genocidio de las tribus amazónicas no contactadas.

La usurpación y destrucción ambiental generada por miles de garimpeiros -buscadores de oro- ya es una consecuencia directa de las políticas bolsonaristas. Aunque su actividad es ilegal el presidente los apoya y asume su causa como una cuestión personal. El padre de Bolsonaro fue un garimpeiro part-time, y él mismo reveló que trabajó en la industria aurífera mientras servía en el ejército.

Kopenawa Yanomami dijo: “Bolsonaro es un garimpeiro. Esto explica el modo en que piensa, siempre intentando meter sus narices en territorio indígena. Está enfermo de codicia y egoísmo. No piensa en sus semejantes o en el futuro”.

Kopenawa es un shaman ambientalista con dotes intelectuales. Su libro “El cielo se cae” traza una cosmología de los pueblos de la selva y advierte que la humanidad está destruyendo los cuatro pilares que sostienen el cielo, más allá de la crisis climática. Allí denuncia que los invasores envenenan los ríos, matan los peces y enferman a los niños. Además, afirma que el problema no es sólo Bolsonaro. Detrás de la invasión que sufre su gente están compañías mineras canadienses y yanquis que pretenden apoderarse de sus recursos. “Los políticos están vendiendo nuestra riqueza, sin que la gente acceda a ningún beneficio, sólo destrucción. ¿Quién se está volviendo rico? Las grandes compañías transnacionales, y Bolsonaro y su pandilla.

Las amenazas no se circunscriben a la selva. Raoni ha contratado dos guardaespaldas para protegerse de los fanáticos bolsonaristas que quieren liquidarlo. Los líderes como él están siendo asediados y hostigados por defender sus derechos y sus tierras. El repugnante ministro de justicia brasileño ya le ha armado varios procesos judiciales para meterlo en la cárcel como hicieron con Lula. Entretanto, bajo el liderazo de Raoni y Kopenawa, se han organizado escuadrones de vigilancia autóctonos que castigan a los intrusos que deforestan o envenenan ríos. Raoni convocó a toda la humanidad a ejercer una resistencia pacífica contra los planes amazónicos bolsonaristas.

“Ellos tienen dinero y armas. Nosotros no tenemos eso, yo no tengo ni un real ni una honda” dijo en la entrevista. Y concluyó: “Los guardaespaldas me los puso un amigo de Sting. La naturaleza es esencial para respirar. Espero que la gente me ayude a salvar nuestro hábitat, la selva, y todo lo que contiene en su interior, incluida la gente, los animales y las plantas”.

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