El llamado

(Francia, 1 de Agosto, 1914)
Lejos y cerca, alto y claro, ¡escuchen el llamado de la guerra!
Sobre el tojo y los valles dorados, llamando y balanceándose como clamorosas campanas,

rezando y diciendo salvajes despedidas: ¡Guerra, guerra, guerra!
Altos y bajos, todos deben ir: ¡escuchen el grito de la guerra!
Dejen a las mujeres el rendimiento de la cosecha, hombres, cíñanse al campo siniestro,

un sable en vez de una guadaña para empuñar: ¡Guerra, roja guerra!
Ricos y pobres, caballeros y patanes, ¡escuchen la explosión de la guerra!,
el carpintero, el sastre y el millonario, el actor triunfante y el sacerdote en oración,

ahora camaradas en el infierno allá afuera, ¡se precipitan al fuego de la guerra!
El príncipe y el paje, el borrachín y el sabio, ¡escuchen el rugido de la guerra!
Poeta, profesor y payaso, deshollinador y petimetre del pueblo,

a la marmita y se escaldarán, ¡a la marmita de la guerra!
Todas las mujeres, escuchen el llamado, ¡el impiadoso llamado de la guerra!
Miren por última vez a sus queridos, hermanos y esposos, padres, sobrinos,

rápido se irán a las armas, las glotonas armas de guerra.

Los maniáticos llamados de la guerra estremecen el aire en todas partes.

Va a haber poco sueño esta noche, habrá lamento y llanto esta noche,

la roja hoz de la muerte está madurando esta noche: ¡Guerra, guerra, guerra!

 

traducción: Hugo Müller

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