Coraje

Hoy abrí bien mis ojos y contemplé con maravilla y sorpresa para ver bajo los cielos de noviembre asomar una flor de manzano,

sobre una rama tan desolada como la noche brillaba exultante en mi visión,

un bonito faro ardiendo brillante de esperanza y ánimo.
‘¡Compañeros!’ dije yo, ‘pobre cosa loca, ¿has malinterpretado esto como primavera?

Mira, el tordo ha levantado vuelo y se acerca el invierno’.

Serena pareció levantar su cabeza: ‘no me espanta la cólera del invierno, porque soy pionera’ dijo orgullosa.

‘Alguna flor de manzano debe ser lo primero a explotar, con la urgencia de la belleza,

a un mundo sediento de alegría, y así me atrevo, y veo lo que nadie puede ver,

los cielos de diciembre melancólicos sobre mí, y me burlo de ellos con la alegría de abril, y sin temores.
‘Y yo escucho lo que nadie puede escuchar, el fornido petirrojo pitando claro y agudo,

el rey de la tormenta galopa oscuro y triste a través del cielo,

y yo sé lo que nadie sabe, los besos silenciosos de la nieve,

las velas de plata de navidad brillando antes de que me muera.
Entonces desde el marco de tu ventana con gemas de escarcha,

una mañana mirarás en vano mi sonrisa de delicado desdén, ya no habrá nada más para ver, pero aunque pase antes de mi tiempo, y perezca en la mugre y enfermiza,

tal vez tengas una pequeña rima para dedicarme’.
traducción: Hugo Müller

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