Amante de libro
Sigo coleccionando libros que jamás, jamás leo, mi esposa y mi hija me lo dicen,
y aún jamás les presto atención.
Un tomo ingenioso dice “por favor, házme un poco de ti”,
y entonces yo llevo mi tesoro a casa y lo meto en un estante.
Y ahora mis estantes se quejan, se atascan y derraman. Ellos dicen:
“¿Por qué no alivias nuestro esfuerzo?» Yo digo “algún día lo haré”.
Así, libro por libro suplican y suspiran, yo los recojo, me sumerjo y sondeo,
entonces los pongo de vuelta, molestos de que sea un hombre tan ocupado.
Ahora, ahí está mi Boswell y mi Sterne, mi Gibbons y mi Defoe,
nunca aprenderé a saborear a Swift, a Montaigne no lo conozco.
Sobre Bacon nunca comeré, para Shakespeare no tengo tiempo
porque estoy ocupado haciendo estos pedazos de rima tintineante.
Chejov es caviar para mí mientras Stendhal me hace roncar,
el pobre Proust no es mi taza de té y Balzac es aburrido.
Tengo sus libros, amos sus nombres ¡y aún, compañeros!, ellos encabezan,
con Lawrence, Joyce y Henry James, mi lista de no leídos.
Pienso que estarían demasiado bien si cometo un crimen,
y me ponen en una celda de prisión y no me permiten rimar,
aún teniendo todos estos libros meritorios de acuerdo a mi necesidad,
ahora los acaricio con miradas de amante pero jamás, jamás los leeré.
traducción: Hugo Müller