Trabajo
A los 21 amaba soñar y estaba bien inclinado a haraganear,
de algún modo no podía levantarme y esforzarme para darle la bienvenida a ningún tipo de trabajo.
Mientras los estudiantes quemaban la lámpara de medianoche con triste ambición como estímulo,
yo anhelaba ser un vago divertido y saludaba las aventuras del camino.
Pero ahora que han pasado 60 años, ¡míren! Trabajo desde la mañana a la noche.
Los pensamientos que ruego pululen en mi cabeza: Dios dame tiempo para escribir.
Con ansiosa e incansable pluma no rehuyo ningún trabajo de escritorio,
y predico a todos los hombres en retiro el evangelio del trabajo incesante.
Y aún no lamento tristemente los días dorados de vagabundeo,
porque desde mi sueño creo que han brotado mis menos indignas baladas.
Sí, el trabajo es lo mejor cuando todo está dicho, como la edad me he ha hecho comprender…
Así ajustamente agarrado, cuando esté muerto, un lápiz en mi mano.
traducción: Hugo Müller