Tiburón sentimental

Dénme una cabaña en el bosque donde no se introduzca ni un alma humana,

donde me pueda sentar junto a una corriente, bajo una balsámica rama y soñar,

y cada mañana ver levantarse el sol como ave de paraíso,

entonces bajar al arroyo y pescar una trucha moteada para el plato de desayuno,

y freírla en un fuego a las brasas, ¡ah!, ésta es la vida de mi deseo.

¡Compañeros! Estoy atado a Wall Street donde me conocen como un millonario,

y a veces en un solo día gano una fortuna con el teléfono.

Aún fui hecho para ser un hombre, y aquí ejerzo este lamentable comercio de manipulación de compañía,

de poca venta y stock de inflación: yo, a quien Dios pretendió subyugar como novillo,

el loco destino de un bucanero de Wall Street.
Viejo tiempo, como te envidio, que has hecho las cosas que anhelo hacer.

Oh, te cambiaría todas mis riquezas para pararme en tus pantalones de ante.

Tu camisa arrugada y tu salud tosca tomaría a cambio de toda mi riqueza.

Entonces despojado de fortuna verías qué borracho de libertad estaría,

patearía tan fuerte, patearía tan alto, patearía la limpia luna desde el cielo.
Sí, el oro para mí es menos que lata, y las joyas no significan más que vidrio.

Mi oro brillaría como el sol y mis gemas el destello de rocío en tallos cubiertos de hierba…

Aún aunque odie mis agallas es verdad que el Tiempo se ha acostumbrado a ti,

y así no me quejaré demasiado porque tengo el toque de Midas,

pero garabateo en mi silla giratoria, resignado a ser un millonario.

 

traducción: Hugo Müller

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