Maravilla
Para el fracaso estaba bien equipado, y debió venir para el lamento,
por el atavismo sombríamente aferrado, un loco más allá de toda creencia.
¡Pero sí!, el Señor fue bueno conmigo, y con un corazón para cantar,
me dio en un raro grado el don de la Vagancia.
Salvar mi alma malhecha no podía cumplir un rol leal,
y debía irme con el corazón roto, un mendigo a la tumba,
pero gracias a mi visión ungida mientras vagaba,
cantaba sobre vivir con deleite en términos de Maravilla.
Sí, con ojos estrellados me regocijé con la maravilla de un niño,
y allí estaban aquellos que escucharon mi voz aunque mis palabras fueran salvajes:
así, mientras voy por mi camino anhelante, con adoración déjenme cantar,
un tesoro para mi día de despedida, el Don de la Vagancia de Dios.
traducción: Hugo Müller