Conciencia demorada

Le pedí a mi padre dos pesos para comprarme un cuaderno,

me los dio con una mirada gentil, aunque él sólo tenía unos pocos pesos.

Fue entonces que probé que soy un estafador y me hice cultivador de moral,

compré un cuaderno de un peso y despilfarré el otro peso.

Lo gasté en una empanada de carne que engullí con culpable sugestión,

para la condena de mi alma y una espantosa indigestión.
¡Pobre papá! Su trabajo era duro de mantener, tenía varias bocas que alimentar,
si estuviera vivo Ie retribuiría un millón por su peso.

Ahora cerca de la tumba pienso con lástima, aunque mis otros pecados son varios,

soy un mentiroso y un ladrón porque una vez robé un peso:

aún cuando él era pío como un fraile, es mi firme creencia
que todo hombre ha sido un mentiroso y la mayoría de nosotros ha robado.

 

traducción: Hugo Müller

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *