Celibatos

El doctor dijo que no debían casarse porque estaban lejos de la fuerza,

y que los hijos de su lecho matrimonial no podrían sobrevivir.

Y aún cada tarde los veía pasar con un aire de ansiedad y frenesí,

como una pareja bien ajustada.
Por veinte años partí y surqué el mar de la China,
luego volviendo a casa hallé que todavía eran una dulce compañía.

El doctor y el cura habían prohibido tres veces sus lazos nupciales,

aún ellos caminaban de la mano, con amor en sus ojos.

Y entonces partí de vuelta por otros veinte años,

y navegué toda la costa de España y retorné aquí una vez más,

y ahora los veo pasar ante mi puerta, tan lento, encorvados y avejentados,

y cuando les pregunté: “¿Por qué no se juntan?», “Lo hacemos«, dijeron.
No necesitamos cura o campanas ni un doctor que apruebe,

el Señor nos ha casado de hecho con amor eterno.

¡Qué maravilloso es comprender la obra de su voluntad!

¡Sí! Caminamos tomados de la mano, y aún somos novios”.
traducción: Hugo Müller

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