Barcelona

La noche en que dejé Milán había una multitud improvisada en la plaza de la Catedral,

y la corriente de la pasión corría alto mientras la política confundía el aire.

Un hirviente infierno de lucha humana, me retiré de su maligno centro,

viendo en esta vida convulsiva las semillas vivientes de guerra.

Entonces vine a Barcelona y ¡oh, la celestial liberación!
Del conflicto y la llama consumidora conocí la preciosura de la paz.

¡Tal veneración de la ley, qué decorosa era cada persona!

Y entonces vi significativamente que cada oficial guardaba una ametralladora.

Bueno, quizás sea éste el mejor modo. La paz puede significar más que libertad:

esta gente, dedicada al estado, pueden ser más felices que aquellos más libres.

Cuando la política maneja un mal agarre, y facciones combatientes se levantan y caen,

después de todo, una dictadura benevolente puede ser la respuesta.

 

traducción: Hugo Müller

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