Alberto Fernández o la delgada línea del centro

Alcentro Fernández, como lo bautizó el canal web País de Boludos (Argentina), comenzó su gobierno corroborando la pertinencia de la modificación de su nombre. Alberto es centrista, quiere cerrar la grieta, contentar a empresarios y sindicalistas, proteger a las mafias macrista y clarinista, y a la vez darle protección y apoyo político a Evo Morales. Si logra sacar adelante al país de la catástrofe socioeconómica y cultural en que lo ha dejado el gobierno de Mauricio Macri, se lo podría considerar un auténtico equilibrista.

En principio, los mercados valoran el cambio de rumbo, y el enderezamiento del Titanic argento, con millones de hambrientos, desocupados y enajenados por el saqueo y la putrefacción moral y judicial que rigió durante los últimos cuatro años. El industricidio perpetrado por las huestes de CEOs privados puestos de ministros dejó a la mayor parte de la población “culo para el norte”. Encima, el triunfo electoral, de 48 a 41%, fue asumido como una derrota digna y una amenaza de pronto regreso, que se transformo en golpismo duro y rudo apenas iniciado el período de los Fernández. Por eso salieron los de la mesa de enlace y los viejos guarimberos de Recoleta y Belgrano a hacer cacerolazos antes las primeras medidas distributivas del neokirchnerismo. El problema es que nadie cuestionó la remontada de el Gato (como se lo denomina cariñosamente a Macri en Argentina) como un fraude más grande que el batacazo de un matungo en Palermo. De las PASO a las generales de octubre, más allá del recorrido por plazas de todo el país plagadas de imbéciles (gorilas, amantes de Juntos por el Cambio, como se los quiera llamar), es absolutamente imposible que hay aumentado más de 2 millones de votos, cuando la destrucción del empleo, de las economías regionales, y de todo lo que intente ser un proyecto productivo en el país, continuó deteriorándose en los dos meses que duró la campaña política más cara de la historia argentina, y que, vaya paradoja, forma parte ahora de nuestra deuda externa.

El paso criminal de Macri por la presidencia trajo ésta y otras aberraciones semejantes. Muchas se encuentran condensadas en el film del nuevo ministro de Cultura, Tristán Bauer, “Tierra arrasada”, que refleja exquisitamente en qué consistió la gestión de Cambiemos.

Ahora vino Alberto, elegido por la sempiterna Cristina, quien víctima de una persecución política y judicial miserable, fruto del lawfare, está zafando elegantemente aunque angustiada por la enfermedad de su hija Florencia, quien se encuentra en Cuba recuperándose de la depresión que le produjeron los padecimientos y las difamaciones a su progenitora. Su hermano Máximo es jefe del bloque del Frente de Todos, y se supone que garantizará un proyecto de país que incluya a más personas que a los familiares, amigos y empleados de Macri, que manejó el país para ellos, con un estilo de “patrón de estancia” repudiable.

Ahora Alberto pretende desdolarizar la mente de los argentinos, apuntando al clasemediero cagador y tonto, votante de Macri y Rodríguez Larreta. Quiere devolverle a los jubilados todo lo que les robaron, congeló las tarifas de servicios públicos y transporte y redujo el precio de los medicamentos. Son todas decisiones que sin dudar en Europa y Estados Unidos han calificado de “populistas”, dándole el visto bueno con las cotizaciones en bolsa y aguardando que comiencen a ejercer efecto para cobrar las deudas que ha acumulado la Argentina, quien continúa rodeada y acechada de buitres horribles, como Bolsonaro, Piñera, el gobierno de facto de Bolivia, y ahora el aristócrata charrúa Lacalle Pou, íntimo de Alcentro, con quien compartió varias vacaciones en Punta del Este, y donde despuntaron un horizonte que los encuentra a ambos presidentes en el Río de la Plata. Mientras tanto, siguen injustamente en la cárcel Amado Boudou y Luis D’Elía, y cuesta comenzar a mover la estantería del aparato judicial-policial que utilizó el macrismo para cometer sus desfalcos y satisfacer los caprichos del ex presidente que perdió credibilidad hasta en el club atlético Boca Juniors.

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