Sueco tonto
Lo rellenaron de alcohol hasta que él estuvo más borracho que todo el infierno,
y entonces le cedieron el toro por una veta de oro que tenían para vender.
Le hicieron pagar mil dólares, sabiendo que no tenía nada más,
y cuando rogó que se lo regresaran al día siguiente, ¡y lloró!,
ellos lo patearon desde la puerta.
Ellos recordaban que eran muy mañosos, aquellos dos tipejos de Idaho,
aquel pobre sueco tonto podía balancear una pica, pero aquello era todo lo que podía saber.
Así sentado en un juego de poker perdieron el precio por el cual vendieron
a aquel cabeza hueca un falso reclamo que no tenía una chispa de oro.
Mi historia es verdadera como el credo del gospel de aquellos brillantes muchachos de Idaho,
hicieron que aquel sueco sea un bobo, y se rieron al ver cómo el pobre tonto se iba,
y trabajaba como un negro en su tierra, cargando con el coraje de la desesperación…
¡Hasta que sí! Encontró una veta rica que lo hizo dos veces millonario.
Así dos vivos estúpidos, muy enfermos, rogaron por empleos a quince dólares por día.
Entonces el sueco dijo: “Le daré una pica a cada uno y los dejaré sudar para que hagan su paga”.
Y aunque no sabía lo que significaba la gente llamaba a aquel sueco “magnánimo”,
pero recogiendo pepitas grandes como frijoles, ¡deberían escuchar cómo los taladores lo maldecían!
traducción: Hugo Müller