Globo

Le compré a mi nieta Ann un globo brillante, y era un hombre tan feliz al escucharla canturrear.

Ella reía y farfullaba con deleite, tan dorado era su brillo, lo sostenía fuerte por un hilo,

entonces lo dejó ir.

Como si se glorificara por ser libre trepaba hacia el cielo pero oh,

¡qué apenada estaba ella, y qué triste estaba yo!

Y cuando por la tarde con grito sollozante ella vio la luna

le imploró al pensativo cielo por su globo.
Oh, pequeña, ruego por que en los años por venir sostengas un pequeño bebé también,

y conozcas su alegría, que tuyo será siempre el estremecimiento y la diversión de junio,

y que jamás, jamás llorarás por la luna.

 

traducción: Hugo Müller

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