El capricho del abuelo

Mientras para mi se abre la tumba codiciosa no tiene sentido

que tenga el loco deseo de pintar nuestra valla.

Aún eso es lo que intento hacer, aunque mi visión sea oscura:

sólo pintar aquellas añosas estacas de azul, verde o blanco.
Sólo estar serenamente en el sol con pincel y pintura,

y alegrar las estacas una por una, ¡una faena! No tanto.

El trabajo es felicidad. Aunque soy lento ahorro gastos:

así amigos, déjenme antes de irme relucir aquella vieja valla.
Aquellas estacas que hice con mis manos cuando era joven y ágil,

las coloreé con una sombra alegre que agrada al ojo.

Así ahora tan animado como un muchacho, antes de partir

una vez más déjenme regocijarme en el brillo de nuestra valla de estacas.
 

traducción: Hugo Müller

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *