Adelante
He remendado mis trozos de rimas en tiempos de espera, cansado, dolorido,
en dolorosas horas de batallar con el ruido,
aún así trajeron a los heridos, a través de vigilias de la noche fatal,
en bajos graneros junto a la luz de la vela, en excavaciones,
hundidos y a la deriva, en camillas rígidas y nublados con sangre,
junto al camino ruinoso, junto a la arboleda raída,
junto a hogares malditos donde mora el amor, junto a altares quebrados,
sepulcros ennegrecidos, he remendado mis trozos de rima.
Me he solazado con restos de canción por los caminos desolados:
a través de los campos enfermizos regados de bombas,
y prados cosechados por la muerte solitaria, junto a la ardiente cruz y la aguja astillada,
junto a la virgen sin cabeza en el fango, junto a jardines perforados en medio de su floración,
junto a la tumba destripada, junto a la lápida destrozada,
junto a los muertos y los moribundos, donde bombardean verde y rojo,
en trémulos estanques de luz suspendida, con flores de llamas festoneando la noche.
¡Oh Dios!, junto a qué caminos oscuros del mal he animado mi corazón con restos de canción.
Así aquí está mi fajo de versos de la guerra ganada,
y algunos son malos, y otros son peores.
Y si a veces maldigo un poco, no necesitan leer esa parte,
porque en todas partes corre el horror del rojo resentimiento de las escopetas.
Y ustedes, por sí mismos, han de murmurar cuando tomen las cosas que alguna vez fueron hombres,
y los apurarán a aquella zona de odio donde esperan los cirujanos chorreantes,
y se maravillarán también si en la visión de Dios la guerra alguna vez pudiera ser buena.
Pero puede que no lo sea, el esfuerzo del crimen y la guerra está errado.
Y si hay bien en la guerra y el crimen, tal vez lo haya en mis trozos de rima,
mis canciones del taller de matanza: entonces tómenlas o déjenlas a voluntad.
traducción: Hugo Müller