Titina
Aunque tenga un auto de clase, una limousine, también tengo una burra que llamo Titina.
Y si en sentido sobrio tuviera que elegir, sé que le daría la preferencia a la pulcra Titina.
Mi chofer maneja mi cadillac en uniforme. Yo uso un abrigo gastado a mi espalda que él desprecia.
Ella acelera con potencia equina como un exprés, yo voy a ocho millas por hora, o aún menos.
Mi esposa puede usar nuestro bus de fantasía para destacarse, ella definitivamente lo hace,
y sopla mi efectivo.
Pero este vejete busca la escena simple y sana,
contento de correr por la avenida con la vieja Titina.
Así mientras voy por los caminos del país mi esposa ama la ciudad,
pero aunque sea lento, sereno sé que no me rendiré.
Con músculo y hueso reconozco que la mía es la mejor máquina:
los viejos y los tontos combinan mejor, “¡Arre Titina!”
traducción: Hugo Müller