Madre espartana

Mi madre amaba sus caballos y sus sabuesos de pedigrí,

no besaba mi mano que de bebé le extendía con alegría.

Por supuesto yo tenía una dulce niñera que me mecía con cuidado,

y madre refrenaba su rocín para verme con aire crítico.

Así fui a una escuela famosa pero las vacaciones eran cortas,

mi madre pensabe que yo era un tonto, inhábil para juegos y el deporte.
Porque yo era aficionado a los libros y el arte, y odiaba el sabueso y el corcel:

madre dijo ‘¡Muchacho, rompes mi corazón! No eres de nuestra raza’.
Entonces vino la guerra. Madre dijo: ‘Gracias a Dios, doy un hijo al reino y el país’,

bueno, estoy muerto, quien hubiese amado vivir.

Ella dijo: ‘El murió por el bien de Inglaterra. Para eso cargué a mi muchacho’.

Y ahora ella habla de mi con orgullo. Un héroe de la guerra.
Madre, pienso que estás contenta de que yo haya terminado de ese modo.

Tenías tus caballos y tus perros, y aún los tienes hoy.
Dices que entregaste a tu único hijo para defender el país…

Querida madre, desde la tumba de un héroe yo te maldigo en el final.

 

traducción: Hugo Müller

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