Los caminantes

(El habla)
Caminar, caminar, oh, ¡la alegría de caminar!
Balancearse sobre los caminos leonados con la cabeza en alto,

avanzando hacia las verdes colinas, a través de los brezos,

girando por los bosques donde yacen las hojas marrones,

maravillarse ante todas las cosas, molinos de viento girando alegremente,

manzanas para el lagar, rojizas y doradas, las colas de los conejos centelleando,

las bayas escarlata ardiendo, los gansos volando alto en el claro frío del cielo,

luz en pequeñas ventanas, el campo y el surco oscureciendo,

el retorno al hogar, hambriento como un halcón, silbar en el jardín,

con las mejillas rubicundas y regando, oh,

¡pero soy feliz mientras camino, camino, camino!
(Ella habla)
¡Caminar, caminar, oh, la maldición de caminar!
Agacharse alrededor de la sombría plaza, arrastrar los pies en la calle,

escabullirse por la acera, pregonando todas mis gracias,

ofreciendo mi cuerpo a cada hombre que encuentro.

Espiando en la licorería donde los tipos están bebiendo,

tratando de parecer alegre, loca con el blues, detenerse en una puerta,

estremecerse y encogerse (oh, mi pluma arrastrada y mis zapatos delgados, mojados).

Aquí hay un boyero borracho: “¡Hola, aquí, vieja querida!»
No, él sólo maldice, no puede ser bueno para conversar…

Así hasta la luz del día, hambrienta, mojada y cansada,

¡Dios en el Cielo me ayude mientras camino, camino, camino!

 

traducción: Hugo Müller

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