Esquizofrénico
Cada mañana cuando tomo mi bus, temeroso de llegar tarde, pienso:
todos tenemos adentro dos tipos bien separados,
mientras uno saluda al personal con semblante sombrío, oficial,
el otro está cuando me ríe el vientre y en la escena ‘hogar, dulce hogar’.
Fui jefe de cincuenta hombres, y llevo mi trabajo en el corazón,
nunca me encontrarán en pérdida, tan bien cumplo mi parte.
Mi voz es dura, mis ojos fríos, mi boca es sombría,
todos me consideran, me dicen, “un maldito rigorista”.
Pero cuando llego a mi casa en la noche soy feliz como un muchacho,
mis niños me besan con deleite y bailan de alegría.
Me deslizo en mis viejos atuendos, mis líneas de cuidado desatadas,
corto el césped, desengancho la manguera y brillo en la paz del jardín.
Es entonces que me pregunto cuál soy, ¿el jefe con ojo hirviente,
o solo el tipo al que no le importa nada, se divierte y es afortunado en su jardín?
¿Soy la frente estirada que despotrica mientras abalanza su cuerpo
o solo el viejo papá con pantalones emparchados que canta y huele una rosa?
traducción: Hugo Müller