El hombre del Yukón
El quemó un pozo en estiércol congelado, él atravesó el molde helado,
y allí en seis pies de mierda él arrancó una pepa de oro.
El incendió pozos en el Decálogo y luego salían,
porque la fortuna es sólo una mezquina bribona,
su “bolsillo” se agotó.
¡Y sí! Pasó apenas un año en que fue todo dicho,
cuando allí, en una oscura sombra, a seis pies de profundidad de puro hielo,
incendiaron un pozo para él.
traducción: Hugo Müller