Caridad
La princesa era de antiguo linaje, ella era de raza real,
su rostro era fino como el de un camafeo, con una triste serenidad:
así inclinada ella trabajaba con ojos resplandecientes,
para comprar su arroz y leche.
Con encajes que se imploran por piedad, que parecen tan fuera de época,
ella buscaba hacer su pan diario, mientras soñaba con su pasado:
y aunque a veces la oía suspirar nunca conocí su llanto.
Su corazón paciente estaba lleno de esperanza, daba gracias a Dios por su salud,
hasta que un día sellé mil francos en un sobre,
y lo deslicé secretamente bajo su puerta para que lo viera.
Pasó mucho tiempo hasta que me enteré que nunca gastó mi regalo,
porque se lo dio a alguien en mayor necesidad, y cansadamente se fue…
para ser parte de la caridad, aquello le apuñaló el corazón.
Porque un día oscuro la encontramos muerta: ¡oh, era tan dulce de ver!
Exaltada en la cama de su guardilla con el rostro como el marfil…
Sí, aunque murió por falta de comida, inmaculado languidecía su orgullo.
traducción: Hugo Müller