Atolón
Las penas de los hombres más allá de mi conocimiento no significan nada para mí.
Contemplo mi mundo, y lanzado al Edén desde el Cielo al Mar,
un hogar enjoyado, arrojado tempestuosamente en espuma de defensa,
una isla virgen que nadie se atreve a profanar, distante, olvidada, perdida.
Y aquí vivo, donde nadie podrá contar mis historias de lucha mortal,
dejo que millones mueran, soy inmune y radiante de vida.
No llegan ecos de tambores malvados, para vejar mis amaneceres divinos arriba,
solo sostengo mi trono, y la majestad es mía.
Pasan barcos fantasma, y me contenta que no me hagan señal alguna.
Brota el maíz verde, la vid dorada cuelga, la red está en el mar.
El paraíso yace a mi alrededor, lejos de la cólera y el mal,
mi isla es limpia, no es buscada ni vista, e inocente con canción.
Aquí déjenme vivir en hechizo de belleza, tan tranquilo como un árbol,
déjenme permanecer aquí, donde el viento y la marea forman el diapasón de mi libertad,
aquí déjenme saber del dolor humano el frenesí de liberación,
la rica caricia de la hermosura, la plenitud de la paz.
traducción: Hugo Müller