Aguilera
Entre la montaña y el mar he hecho un feliz aterrizaje,
y aquí ha venido una paz hacia mí que pasó comprendiendo,
una fe y pureza brillantes más allá de demandarla.
Con la palma debajo y el pino arriba, cuando las alas de las gaviotas están brillando,
junto al naranjo y el olivo, desde las paredes de airoso porte,
mis rosas ruegan que no vague, que permanezca soñando.
Así estoy enamorado de la vida nuevamente,
y con alegría desvincularía mis días de los caminos de hombres mundanos,
y jamás me mezclaría con ellos: dejo que mis conocidas rosas de seda susurren para siempre.
traducción: Hugo Müller