Ruleta

Esperaré hasta que mi plata se haya ido, antes de que tome las pastillas para dormir,

entonces cuando me encuentren al amanecer, remota de los dolores y males terrenales,

dirán: “Está quebrada, ¡la puta extranajera!» y me arrojarán a la fosa común.

 

Así pensaba yo, abandonada de toda esperanza, y obsesionada por mi fatídico destino,

mil francos es todo lo que dejaba de aquella buena fortuna que poseía.

La arrojé sobre la mesa allí, y esperé, con una oración en mis labios.

 

Temo que mi verdadera vida esté en mi peligro, mi ficha descansa en el Rojo…

Sé que la perderé, entonces tomaré mis pastillas y dormiré hasta estar muerta…
¡Oh, Dios de la misericordia, entiéndeme! Guía en pena la mano del croupier.

 

Mi corazón late fuerte, mis labios están secos, siento que no puedo soportar verlo,
me espanta oír el grito del croupier, me sentaré en este rincón tranquila.

Las luces se oscurecen, mis sentidos vacilan… ¡Mira! Jesucristo está en la rueda.
* * * * * * *
Tipos amables me despiertan de mi trance. “El Rojo salió diez veces” dicen.

“Oh, no arriesgue otra jugada, por favor, señora, tome sus ganancias

y agradezca al Señor de la Fortuna, ha ganado cerca de medio millón de francos”.

Sí, llámenme sólo una vieja loca, he zurcido y cosido para ganar mi pan,

y nunca más jugaré aquel juego, porque tengo una gloria en mi cabeza….

Ah, bien sé, para mantener mi declive, fue nuestro querido Señor el que giró la bola.

 

traducción: Hugo Müller

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