El hijo menor
Si dejas la oscuridad de Londres y buscas una tierra brillante,
donde todo excepto la bandera es extraño y nuevo,
hay un tipo curtido y valiente que te tomará de la mano
y te dará una bienvenida cálida y sincera,
porque él es tu hermano menor, el que enviaste afuera
porque no había suficiente lugar para él en casa,
y ahora él está contento, y agradecido de que no se quedó,
y está construyendo la grandeza de los británicos sobre la espuma.
Cuando el rebaño se mueve a la salida del sol,
y la pradera se enciende con rosa y oro, y el campamento está todo abrumado,
y comenzó un día ocupado, él salta sobre su caballo seguro y arrogante.
A través de la ronda de lucha y apuro, a través del estrépito y el fragor,
él golpea a un paso que nada estropea, y cuando los vientos nocturnos susurran
y las fogatas parpadean él está durmiendo como un niño bajo las estrellas.
Cuando los retoños de zarzo caen en el sombrío claro de robles,
y la tierra sin aliento yace en un desmayo, él deja un momento su trabajo,
inclinándose ligeramente sobre su espada,
y escucha el repique del campanario de aves anunciando el mediodía austral.
Los periquitos están silenciosos en el árbol gomoso junto al arroyo,
el bosque de helechos está pletórico de sol y quieto,
aunque el mirto lucirá rocío en el crepúsculo
antes de que él busque su pequeña y solitaria cabaña en la colina.
Alrededor de la púrpura ladera sembrada de viñas sueña el río argénteo,
las rosas casi ocultan la casa de la visión,
un pico nevado de Winterberg brilla en esplendor carmesí,
la sombra se profundiza en la acacia.
El busca la oscuridad perfumada de lirios bajo el naranjo,
su pipa brilla en silencio, se desvanece y vuelve a alumbrar,
y entonces vienen dos pequeñas doncellas y se trepan sobre sus rodillas,
y una es como el lirio, otra como la rosa.
El ve su oveja torda sobre la llanura verde de Nueva Zelanda,
y donde las tupidas murallas de Vancouver se encapotan,
cuando la luz del sol hila la penumbra del pino,
él está luchando poderoso y en alta mar para afianzar los remaches de un Imperio.
Lo encontrarás avanzando, trabajando en el sur o el oeste,
un chico de la naturaleza, intrépido, franco y libre,
y el corazón más cálido que late por ti está golpeando en su pecho,
y él te envía un saludo leal sobre el mar.
Tienes un hermano en el ejército, tienes otro en la iglesia,
uno de ustedes es un estupendo diplomático,
tuvieron la cosecha de todo y lo dejaron en la estacada,
y aún pienso que lo está haciendo muy bien.
Estoy segura de que su vida es feliz y que no envidia la tuya,
sé que él ama la tierra que sus agallas han conquistado,
e imagino que en los años por venir, mientras perdure la fama de Inglaterra,
ella vendrá con orgullo a bendecir al Hermano Menor.
traducción: Hugo Müller