Adoración de héroe

El dijo: «Viste claro al Señor, sentado solo en Rushy Pond,

sereno y silente como un vidente, en abrigo de tweed y sombrero barato.

Me dices que no importunaste (aunque en tu mano estaba su libro) su porte melancólico…

No comprendo.
«No le dijiste: ‘he venido a través del mar para hablar contigo’.
No te atreviste, tus labios estaban mudos…

Pensaste que soplaba un pequeño céfiro desde Rushy Pond,

querrás un toque de él hasta el día de tu muerte,

tal vez tus ojos estaban empañados con lágrimas…

Y entonces, te fuiste.

«Y con el transcurso de los años proclamarás:

‘¡Oh, llámame zoquete, apódame bobo!

Pero deja que ésta sea mi gratificación de fama:

ví una vez a Thomas Hardy.
Sí, junto a un montante me detuve un rato y con estos ojos vi plenamente

a un pequeño hombre andrajoso, encogido…

Pero ¡oh, un Dios para mí!’”
Yo dije: “Es verdad, apenas me atreví a mirar, aunque seguramente él hubiese sido amable,

pero aunque agarré su precioso libro temí rogarle su firma.

Ah, sí, mi amigo, merezco la risa.

Tú eres audaz, tienes el derecho a reír,

y si Cristo viene de vuelta a la tierra gorronearás su autógrafo”.
traducción: Hugo Müller

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