La montaña y el lago

Conozco una montaña excitante a las estrellas, pura y única, coronada con nieve,

vislumbrando el dorado amanecer sobre las barras de coral,

alardeando el brillo del atardecer granate desvanecido,

orgullosamente patricia, desapasionada, serena,

remontándose en pendientes plateadas donde se rompe la navegación de las nubes,

virgen y vestal, ¡oh, una auténtica Reina! Y a sus pies sueña un lago quieto.

Mi lago adora mi montaña, bien lo sé, porque lo he observado desde el comienzo del sueño del amanecer,

aquietando su espejo a su espléndida nieve, formando su imagen en su trémulo corazón,

reflejando su gracia de madera verdecida, besando su trono, melodiosamente loco,

respondiendo apasionado a cada humor de ella,

melancólico con su tristeza, alegre cuando ella está contenta.
Mi lago ha soñado y amado desde que nació el tiempo,

amará y soñará hasta que el tiempo se acabe, contemplándola en adoración, mitad abandonado,

como quien mira a las estrellas y no verá mi montaña sin igual, espléndida en su desprecio…

¡Compañeros!, ¡pobre pequeño lago!, ¡compañeros, pobre de mí!

 

traducción: Hugo Müller

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