El edredón
Mientras me siento junto a la cama de mi bebé que está abierta al cielo,
allí revoloteaba alrededor de mi cabeza una radiante mariposa.
Y mientras lloraba por los corazones que duelen, lo más triste en la tierra,
dejó un lirio por mi bien y se iluminó en mi mano.
La observé, oh, tan callada, y aunque se elevó y voló,
como si estuviera dispuesta a consolarme vino y se aproximó nuevamente.
Ahora, donde mi querida descansa acostada no me atrevo a suspirar,
¡pero míren!, ahí brilla sobre mi pecho una mariposa blanca como la nieve.
traducción: Hugo Müller